Buenos Aires, 2007

 

CLORO

(Variaciones alrededor de número atómico 17)

 

Cloro habla, pirandellianamente, de la angustia y del placer de la creación, de la leve frontera que divide lo real de lo imaginario, del peso de los mitos creados por el cine, de la dimensión de las palabras… La obra de Winer enfrenta a una autora en plena crisis de inspiración y a una jovencita que lleva un diario íntimo. A partir de ese encuentro se colarán la actriz y nadadora Esther Williams y el músico Xavier Cugat.

 

Cloro (Variaciones alrededor del número atómico 17)

Autor: Víctor Winer

Con Rita Terranova (la Escritora), Celeste García Satur (la Joven),

Nilda Raggi (la Madre), Enrique Iturralde (Xavier Cugat)

Asistente de dirección: Martina Correa

Iluminación: Roberto Traferri

Escenografía y vestuario: Sergio García-Ramírez

Puesta en escena y dirección: Kado Kostzer

Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini

Estreno: 31 de marzo de 2007

 

 

 

DIJO LA PRENSA

 

“CLORO” ES UNA ADORABLE PROVOCACIÓN

Un realismo mágico muy bien complotado es el que articulan el autor y el puestista, Kado Kostzer, para que el espectador se acerque sin miedo al reflejo de aquellas viejas criaturas instaladas en el imaginario colectivo… Rita Terranova maneja como pocas el poder de encantamiento que sostiene la irrealidad… Casi debería prescribirse como remedio para melancólicos.

                                                                                               Luis Mazas, Veintitrés, 3 de mayo de 2007

 

GRAN ENCANTO

Kado Kostzer dirigió a este pequeño elenco con una precisa marcación que destaca a cada intérprete, y supo extraer del rico texto de Winer sus momentos más dramáticos junto al disparate más acendrado… Es en el guiño constante entre la realidad y la fantasía, entre el universo cinematográfico y el teatral, donde también hay un gran encanto… Sergio García-Ramírez fue el responsable del muy atractivo vestuario y el diseño de la escenografía.

                                                                                                                                             Martín Wullich

 

UNA FANTASÍA ATRACTIVA

En la puesta de Kado Kostzer el material dramático se amplía notablemente. El director conduce con mucha sensibilidad a los intérpretes y serán ellos los que encontrarán, en el alma de esos personajes, un valor agregado que tendrá mucha riqueza en más de una escena… Un elenco sólido… Sergio García-Ramírez y Roberto Traferri en la escenografía y el vestuario, y la luz, respectivamente, aportan calidad.

                                                                                      Carlos Pacheco, La Nación, 5 de mayo de 2007

 

UNA BUENA PROPUESTA

Es interesante el trabajo visual realizado por Sergio García-Ramírez, el vestuario es impecable. Nos traslada a ese Hollywood de los años dorados y la escenografía sintetiza y ayuda a contar la trama de la obra… Cloro nos hará transitar por la leve frontera que divide lo real de lo imaginario.

                                                                                           Gastón Olivera, Vea Más, 5 de mayo de 2007

 

SUGESTIBILIDAD E INTELIGENCIA

Cloro es una pieza que sobrelleva la gratificante beatitud de creer en sí misma. Tal vez, esto es precisamente, lo que necesita Kado Kostzer para sentirse a sus anchas y diseminar inspiradamente sobre el escenario sus instancias de sugestibilidad e inteligencia, sutilmente ayudado por la insinuosa escenografía de Sergio García-Ramírez… Proyectiva y convincente por propio y virtual histrionismo y minuciosamente ornamentada por la estratégica y minuciosa marcación directiva, Rita Terranova se luce, entusiastamente secundada por Celeste García Satur, Enrique Iturralde y Nilda Raggi.

                                                                                         Norma Dumas, 26 Noticias, 5 de abril de 2007

 

 

Critica Martín Wullich

El cloro como materia química es tóxico. Pero este “Cloro” emana su toxicidad –que también la tiene – con altas dosis de humor. No lo neutraliza, pero nos hace pasar un momento muy entretenido en el veraniego entorno que imaginó su autor, Víctor Winer, frente a la vacía piscina de un natatorio.

Eso si, quien bebió el cloro –en la obra- quería suicidarse. Y lo logró. Ella es la madre –Nilda Raggi– de una joven aspirante a escritora –Celeste García Satur-, quien enloquece a una escritora de profesión –Rita Terranova-, en aras de recibir sus consejos. Para hacerlo no tiene mejor idea que leerle ciertas partes de su diario íntimo, lo que molesta e irrita a la profesional –quien para colmo de males está falta de inspiración- y en los vericuetos de sus entrecruzadas charlas aparece una historia en común. Como si ésto fuera poco se presenta el fantasma de la madre suicidada y hasta el mismísimo Xavier Cugat, magistralmente personificado por Enrique Iturralde.

Terranova crea un personaje soberbio, tan atractivo como odiable, insensato y necio, con su constante cambio de anteojos de sol, su locura por el trozo de botella -que es todo un símbolo- y su extravagante vehemencia. Es en el guiño constante entre la realidad y la fantasía, entre el universo cinematográfico y el teatral, donde también hay un gran encanto, recordando o parodiando a Esther Williams y su Escuela de Sirenas, o la música del mismísimo Cugat, en una banda sonora armada por Sergio García Ramírez, también responsable del muy atractivo vestuario y el diseño de la escenografía.

 

Kado Kostzer dirigió a este pequeño elenco con una precisa marcación que destaca a cada intérprete, y supo extraer del rico texto de Winer sus momentos más dramáticos junto al disparate más acendrado. Los agresivos diálogos entre las protagonistas denotan también su soledad y su ternura. Es allí donde cobra mayor vigor la historia de imprevisto final, si es que hay final… 

Martin Wullich