De reciente aparición:
Mañana dejo / Escenas de la vida tabacal
de Sergio García Ramírez
EUDEBA-PROTEATRO 2023
Comentario del Dr. Zin en La Nación +
La edición de una obra de teatro le proporciona solo media vida, el resto la tendrá en un escenario. Eterno buscador de textos -por el placer de la lectura, por curiosidad o profesionalmente-, raras veces me encontré con ejemplos de teatro dedicado a público adolescente propiamente dicho. Cuando así sucedió, no pude evitar mi decepción ante temas y diálogos ñoños, insultantes para inteligencias juveniles o, peor aún, antipáticamente moralizantes.
Nada de eso ocurre con Mañana dejo, escenas de la vida tabacal de Sergio García Ramírez. El autor aclara, “comedia didáctica”, y en este caso, no hay que asustarse por la palabra que para muchos significa ¡aburrimiento! Esta rareza dentro del variado panorama dramatúrgico local tiene como propósito echar una mirada perspicaz en los consumidores de cigarrillos. Quizás así niños y adolescentes tomen consciencia y no se inicien en el hábito. Ese es el público, “virgen” de tabaco, al que Mañana dejo va dirigida. Claro que eso no impide que también sea gozada por adultos.
Un sólido hilo conductor engarza situaciones de variadas emociones -dramáticas, cómicas, tiernas- sin que haya un dedo acusador, castigo al infractor, condena o censura para el fumador… Solo el reflejo de actitudes reconocibles, aunque no deseables socialmente ¡y para la salud!, de los múltiples personajes en sus ámbitos familiares y sociales.
Ante la constante pregunta de maestros, docentes, amateurs, grupos escolares y profesionales: “¿Sabés de alguna obra…?”, la respuesta es: Mañana dejo, un texto que ofrece la oportunidad para que -según necesidades, disponibilidades o criterios de puesta en escena- seis, ocho, doce actores… se entreguen a un delicioso juego teatral y den vida escénica a criaturas cotidianas y pintorescas, alienadas y lúcidas, desbordadas y sensatas… ¡una delicia para todo actor! y una acariciante y persuasiva reflexión para el espectador.
Kado Kostzer
Por René Salomé
14 Diciembre 2023
Dejar de fumar no es para nada fácil. Así como existe la industria del tabaco, hay también una industria paralela de productos y servicios para aquellos que quieren dejarlo, desde parches de nicotina hasta costosas sesiones de terapia. Pero, para abandonar el hábito, la herramienta fundamental no es externa, sino que está en el interior de cada uno: la creencia de que dejar es posible.
Para quienes necesiten una mano, el escritor, arquitecto, escenógrafo y dramaturgo mexicano Sergio García Ramírez acaba de publicar Mañana dejo. Escenas de la vida tabacal, una “comedia didáctica” que ofrece una perspicaz mirada sobre los consumidores de cigarrillos, con el objetivo de generar conciencia sobre los peligros del tabaco.
A través de un sólido hilo conductor, en esta obra de teatro se exploran diversas situaciones, desde lo dramático hasta lo cómico y tierno, sin emitir juicios, condenas o censuras, sino reflejando actitudes reconocibles en múltiples personajes en sus contextos familiares y sociales.
Dice uno de los personajes de Mañana dejo, que dirige un grupo de terapia para dejar el tabaco: “Es inútil tratar de que un fumador abandone el cigarrillo por temor a terribles sufrimientos futuros. Está comprobado que las imposiciones rígidas y poco meditadas no pueden ganarle a la adicción. La acupuntura, el láser, las pastillas, el control mental, los chicles antinicotina, los cigarrillos de lechuga y el electrónico que ahora se ve tanto solo tienen éxito en aquellas personas que creen que lo tendrán. Pero la gran mayoría deja de fumar durante un corto tiempo para luego reincidir. Lo siento mucho, Mabel, pero no hay solución mágica”.
DIARIO DE CULTURA
Carlos Marrero
¿Cómo surge la idea de escribir “Mañana dejo / Escenas de la vida tabacal”?
Como toda obra artística, en este caso teatral, nace de una obsesión, una experiencia personal o ajena o del deseo de aportar algo a la comunidad. En el caso de “Mañana dejo” se reúnen todos estos elementos. Fui fumador desde mis trece años hasta los treinta y siete. Un día, luego de tanto humo y de mentirme con el inalcanzable mañana dejo, decidí concurrir a un grupo llamado Chau Pucho. Como en todas estas reuniones de ayuda, no muy distinta a lo que es Alcohólicos Anónimos, allí pude descubrir a través del diálogo y el intercambio de ideas, el por qué de mi adicción. Antes de un mes había dejado el cigarrillo. Este logro significó un período difícil ante la abstinencia. Afortunadamente estuvieron allí los compañeros y profesionales dispuestos a apoyarme.
Imagino que a través de esta experiencia escribiste la obra.
No, fue bastante después. Antes, cuando ya estaba seguro de haber desterrado de mi vida el hábito de fumar, me uní a la tarea de Chau Pucho de recorrer colegios primarios exhibiendo un video didáctico y respondiendo las inquietudes de los niños y adolescentes para que no se iniciaran en el hábito. No se trataba de nada macabro que los asustara, sino de información objetiva y motivadora a una vida alejada de adicciones. Esta experiencia fue decisiva para el nacimiento de mi obra teatral. Se sumaban a las múltiples historias que escuchaba de mis compañeros en cada sesión semanal. Ellas estaban cargadas de temas de salud, convivencia y también bronca por la dependencia que significaba el cigarrillo. Muchas no eran para nada gratas de escuchar pero siempre había casos positivos y esperanzadores por la fuerza de voluntad que era el leitmotiv del grupo.
¿Y cuáles eran tus sensaciones en el proceso de la escritura ya que hay algo de autobiográfico?
Si, algo, pero poco. De todas formas mientras escribía, me invadía una profunda sensación de irreparable pérdida y la consecuente bronca de veinticuatro años como fumador. Me veía a mi mismo de entonces reflejado en algunos personajes: Huraño, mentirosillo, inseguro, antisocial, falto de memoria, un tanto superficial y autoindulgente, a veces depresivo y necio, otras estúpido, insolente, desconsiderado e infantil. En el proceso de escritura, estaba tan involucrado en estas pequeñas historias y situaciones que una noche soñé que había vuelto a fumar y regresaba a esta terapia colectiva antitabaco que tanto bien me había hecho.
Ah, por eso tu obra gira alrededor de un grupo que supongo es el reflejo del que te ayudó a vos.
Absolutamente. Claro que, como hombre de teatro, recurrí a la teatralidad en cada uno de los sketches que la integran. El grupo es el hilo conductor y luego vienen las teatralizaciones de los relatos de cada uno de los integrantes. No pude evitar en algunos casos el tono de comedia tan bienvenido siempre en un escenario. Emociones de todo tipo están reunidas en las distintas situaciones donde los fumadores, los no fumadores y el tabaquismo son los ejes centrales.
¿A qué público está destinada tu obra?
A todo público, pero sobre todo a niños y adolescentes con el objeto de que en ese período tan complejo de sus vidas, no se inicien. Claro que el tono de entretenimiento que tienen las diversas situaciones, permite un disfrute más allá de lo didáctico. Gente de teatro que ya leyó el texto me dijo que era un raro ejemplo de teatro didáctico muy entretenido. Y conste que no le tengo miedo a la palabra didáctico que siempre está asociada con dedos que apuntan, frases sentenciosas, pesadas culpas y hasta castigos divinos y de los otros. Nada de eso.
¿Es tu primera obra teatral?
Comencé como escenógrafo en México y tuve la suerte de hacer teatro no solo en Argentina sino también en Francia, Inglaterra y España, lo cual me permitió alternar con otras idiosincrasias, y otros métodos de trabajo pero siempre con la misma pasión. También, en la compañía que formamos con Kado Kostzer, fui productor ¡uf!; coautor de comedias musicales –“Loca por Lara”, “L’ora italiana”, “Talismán”- que tuvieron muy buena recepción de público y crítica; tradujimos y adaptamos obras de Shakesperare –“La Fierecilla Domada”- y Molière –“El Enfermo Imaginario”- y hasta nos atrevimos con la lírica en una nueva versión castellana de “La Viuda Alegre”. Era lógico que mi paso siguiente fuese como autor.
¿Y para cuándo la veremos en escena?
Espero que pronto. Es un material ideal para diversos tipos de teatristas: profesionales, amateurs, escolares, aficionados... Incluso está pensada para ponerla en escena con seis actores o muchos más, según lo disponga el director, ya que cada uno puede representar un único personaje o varios de los muchos que viven estas situaciones. Esta multiplicidad siempre es bienvenida pues permite un juego teatral vertiginoso y alarde de virtuosismo. Sí, me encantaría sentarme en una butaca y verla. El teatro editado, como en ese caso, es útil para dar a conocer un texto, pero recién está la obra completa cuando la vemos en un escenario. Con esta pieza teatral, espero poder hacer un aporte a una nueva era en la que la humanidad, seguramente, tomará más consciencia de la salud, se liberará de atavismos culturales y será mucho más natural en todo sentido.